2.8.06

Venganza -Ultimo capítulo

Primera parte

El líquido amarillo se esparció sobre el rostro desparramándose sobre la tierra. Sobre la piel comenzaron a formarse manchas oscuras que, poco a poco, desfiguraron el perfil del hombre hasta dejarlo en carne viva. Despertó de su letargo, gritando de dolor y un machetazo cruzó su cuero, luego otro y otro.

Sobre las vías del ferrocarril que unen las estaciones de Burzaco y Longchamps cruza un puente gris de cemento que une dos rotondas. Se lo conoce como el puente de Sakura, por el barrio que se encuentra debajo. Hasta ahí llegó el carro con Daniel y Emanuel.

Hacia mucho frío; el pasto se quebraba haciendo ruido debajo de cada pisada. Se ocultaron detrás del camión que dormía sobre la vereda. Lo escucharon, estaban tan cerca que pudieron ver el vapor que despedía su aliento en ese fresco amanecer.
Un paso más allá del camión recibió un palazo que lo noqueó. El bolso pesado con sus herramientas quedó sobre el barro. Lo cargaron hasta el carro que había quedado atado en el kiosco, sobre la calle lateral recién asfaltada; luego lo taparon con bolsas de papas. Le dieron un chicotazo al petiso y salieron silbando del barrio.



Segunda parte

Hilario Bravo era un hombre alto, de contextura grande, rubio. Mayra se quejaba de su papá porque tomaba mucho y se ponía violento.
Daniel y Mayra andaban siempre juntos, después de la primaria ella siguió estudiando y él la iba a buscar a la salida de la escuela técnica; terminaron juntos. El último viernes de marzo Mayra se descompuso en clase, se mareo y se cayo en el baño. A la salida le contó a Daniel y no lo dudaron. Enfilaron para la farmacia y entraron juntos. El “evatest” le dio positivo, se asustaron pero decidieron ir juntos a la casa de ella y hacerse cargo.
Un largo silencio hasta casa, Mayra apretaba cada vez mas la mano de Daniel, en la esquina se detuvo. Quiso correr, huir antes que enfrentar a su papá pero Daniel la convenció.
Llegaron y el viejo estaba borracho, los amenazo, le dijo que ella era una puta y que él era un pendejo de mierda. Los echo de la casa. Mayra salió corriendo para el fondo de la casa y Daniel se quedo haciéndole frente. Lo enfrentó y recibió el primer golpe, luego Hilario lo agarro del cuello y lo puso contra la puerta. Daniel lo tenia tan cerca que podía ver sus ojos inyectados en furia y alcohol. Le dio una patada en los genitales y el rubio se hizo para atrás. Había sentido el impacto, se sentó riéndose en la primer silla de plástico que encontró.
- Pendejo de mierda, vos no podes hacer hijos, yo soy el papá, ¡yo!. Preguntale a Mayra.


Tercera parte

Mayra salió de la habitación del fondo con un bolso de cuero viejo y la mochila de la escuela. Agarró de la mano a Daniel y se lo llevo de la casa.
Desde los trece que su papá la violaba. Una tarde la amenazó con matar a su hermana menor si ella se lo contaba a alguien. Miedo y vergüenza.
Mayra se fue a vivir con Daniel. Lo habían hablado y decidieron no contárselo a nadie; vivir juntos. Ser una familia y después de tener a Lucas – así se llamaría - trabajar los dos para traer con ellos a su hermana.
Dos meses después, a la vuelta de un control en el hospital Melendez, Mayra se encontró en el tren con Hilario. Nadie escuchó que es lo que hablaron pero en Burzaco, Mayra se bajó del tren, caminó hasta el puente y se tiró debajo del eléctrico a Plaza.
Daniel estaba limpiando un piso de cerámica. Su tío las colocaba y después de un rato él limpiaba las juntas con muriático diluido. Desde que se enteró que iba a ser papá se rescato y le pidió trabajo a Mario, el hermano de su vieja. Un rato antes de terminar de colocar los cerámicos Mario recibió un llamado y se puso pálido. Le paso el celular a Daniel y lo abrazó mientras su sobrino lloraba sin articular palabras.

Final

Camino al puente lo despertó, estaba atado y con un pedazo de trapo en la boca.
- Mirame bien hijo de puta, le dijo bajito Daniel.

Le abrió la campera y le vació un bidón de ácido en el cuerpo. El viejo rubio se movía, los ojos desorbitados. Daniel le agarro una mano, la puso sobre uno de los parantes del carro y le reventó un mazazo. Después hizo lo mismo con la otra. Más tarde le sacó el cinto y le vació otro bidón de ácido en los huevos.
Llegó casi muerto, lo desplomaron en el mismo lugar que Mayra había decidido irse. Esperaron que se despertara y lo ajusticiaron.
Después lo taparon con cartón, kerosén y fuego.

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